ahora entrenamiento en la 9 de julio El corte que se inició ayer en la 9 de Julio marcó un nivel más alto en la escalada piquetera, cuyo broche de oro sería el estallido social.
Pero la diferencia no estuvo sólo en el lugar elegido, sino en la agresividad de las declaraciones.
Estas ahora invocan claramente el retorno de la violencia, cuando hablan de la inminente “radicalización de la protesta”.
O, como dice un documento difundido ayer a la prensa:
“No descartar ninguna metodología de lucha, y confluir con las demás organizaciones sociales que vienen planificando nuevos piquetes para principios de noviembre con el mismo objetivo”.
La exigencia de mayor participación en el botín de 1500 millones del Plan Trabajo con Inclusión parece ser una extorsión.
Si el gobierno no les reduce los fondos del Plan a los intendentes y se los pasa a los grupos piqueteros más rebeldes, éstos producirían el estallido.
Pero también puede tratarse de un pretexto.
Es decir, haga lo que haga el Gobierno, el estallido vendrá igual antes de fin de año, porque es un paso necesario para la instalación de los piqueteros como una opción política distinta del kirchnerismo.
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