Los inversores extranjeros compraron las zonas estratégicas
Debido a su alta rentabilidad, la adquisición de tierras por parte de capitales extranjeros resistió exitosamente la retórica ancapitalista del gobierno, como lo muestra el mapa.
No es el único rubro, porque en la era K también hubo un traspaso masivo de empresas nacionales a firmas brasileñas.
Se diluye así en la práctica el mito de la creación por decreto de una nueva burguesía.
Todo se reduce al capitalismo de amigos, o sea, negocios sobrefacturados para los empresarios de la Casa Rosada
Cacería de tierras fértiles
El mundo asiste a una vertiginosa carrera de compra de tierras fértiles, sobre todo en África y Sudamérica.
Mientras que la Argentina carece de una política de protección de las tierras cultivables como patrimonio intransable del país y ha permitido, en los últimos años, que corporaciones extranjeras adquirieran enormes latifundios, en todo el planeta se registra una verdadera cacería de suelos fértiles.
Y se lo hace con un doble sentido de previsión: primero, para afrontar desde posiciones más sólidas el desafío alimentario que se acentuará a partir del segundo cuarto de este siglo; el segundo, para reducir la dependencia de las importaciones alimentarias y contener la sangría económica que representa el constante encarecimiento de los productos primarios en los mercados.
Naturalmente, cuando se aborda este tema, se piensa en China y la India, cuyas necesidades de alimentos básicos crecen en relación directa con su expansión demográfica y el constante mejoramiento de su calidad de vida.
Pero hay otras naciones, dotadas de enormes reservas de divisas, que han ingresado en este mercado de tierras y aguas cada vez más dinámico:
Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes son ahora fuertes compradores.
China fue precursora en esta política, operando primero en África.
En más de una decena de países, sus corporaciones compraron centenares de miles de hectáreas especialmente aptas para el cultivo de soja y luego dirigieron sus flujos de inversiones también hacia Brasil y Argentina.
En la nación vecina, ya poseen 100 mil hectáreas al oeste de Bahía, para producir esa oleaginosa y maíz, en tanto negocian la compra de entre 200 mil y 250 mil hectáreas en las regiones de Maranhao, Piauí y Tocantins.
Por otra parte, operadores de la superpotencia asiática adquirieron más de 200 mil hectáreas en la provincia argentina de Río Negro para el cultivo de soja y proyectan construir una planta de fertilizantes en Tierra del Fuego.
La pequeña nación árabe Qatar analiza ahora hacer inversiones rurales en nuestro país. Mahendra Shah, director del Programa Nacional de Seguridad Alimentaria de Qatar, describió a la Argentina como la “plaza ideal” para la producción de alimentos y de reserva de agua potable.
Ya iniciaron negociaciones para cerrar las primeras adquisiciones, por unos 100 millones de dólares.
Esas declaraciones parecen basarse sobre una reciente investigación del Fondo Mundial para la Naturaleza, que destacó a la Argentina “entre los 10 países del mundo con mayor cantidad de recursos para la supervivencia de la humanidad, de cara a los próximos siglos”.
¿Serán fondos soberanos y corporaciones extranjeras las que extraigan los mayores beneficios de esas fantásticas potencialidades, mientras los argentinos seguimos profesando el centenario orgullo de poseer un territorio de singulares riquezas, de las que la inmensa mayoría seguirá excluida?
La Voz del Interior
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