Por la emisión monetaria
El llamado “modelo productivo” está totalmente agotado y si tuvo éxito hasta el primer trimestre del 2008 es porque se dilapidó todo el superávit fiscal primario y, una vez terminado esto, se empezaron a rifar los depósitos de los organismos públicos en el Banco Nación y las ganancias de las reservas del Banco Central.
Luego, el gobierno intentó quedarse con toda la renta sojera con la Resolución 125.
A continuación, se devaluó la moneda para tener más ganancias de las exportaciones por parte del Central.
Pero la secuencia no se detuvo: la confiscación de los aportes de las ex AFJP le permitió al kirchnerismo quedarse con un stock de 100 mil millones y un flujo de 15.000 millones de pesos anuales.
Y ahora llega el turno del Fondo del Bicentenario, para quedarse con U$S 17.000 millones de las reservas del Central.
Y tampoco esto alcanzará.
Al designar a Mercedes Marcó del Pont, la presidente dijo que creaba un Consejo Económico como en la Republica Federativa de Brasil, donde -agregó- el Banco Central no es independiente y actúa en la misma línea del gobierno de Lula.
Es cierto que no hay una ley en Brasil que determine la independencia del Banco Central, pero su autonomía y autarquía son plenamente respetadas por los gobiernos y cumple la función principal de preservar el valor del real.
Desde que asumió Lula y designó en el Banco Central al banquero Henrique Mirelles, que venía del First Boston como CEO mundial, éste decidió que la tasa Selic del Banco do Brasil estuviera en el 13,5% durante varios años, contra una inflación del 6% anual.
Este año, la tasa Selic está en el 8,75%, con una inflación anual del 2%.
Es decir que Brasil que tiene un superávit fiscal del 5% con una política fiscal expansiva, pero una política monetaria restrictiva como Uruguay, Chile, Perú y Colombia.
Sólo Argentina y Venezuela tienen una política fiscal y monetaria expansiva, gestionada por Martín Redrado, que generó una inflación de dos dígitos durante cuatro años, contado este año.
En Brasil son conocidas las reyertas de la FIESPI -los industriales de San Pablo- con Mirelles por la apreciación del tipo de cambio.
Pero en el país vecino no existe ningún tipo de retención y a través de un banco de desarrollo se subsidian exportaciones con un tipo de cambio relativamente bajo, pero sin retenciones.
Como se advierte, acá no hacemos nada como Brasil, sino todo lo contario.
Y así nos va.
Por eso Marcó del Pont le enseña mal a Cristina o ésta no entiende nada.
Lo más factible es esto último.
Guillermo Cherashny
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