"La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados".
Groucho Marx
Al gobierno le salió el tiro por la culata.
Y el daño que le produjo el disparo es masivo y profundo.
Esa es la lectura del ex presidente Eduardo Duhalde sobre la detención intempestiva y posterior liberación de Gerónimo "Momo" Venegas, con quien pasó las últimas horas en Necochea.
Duhalde está seguro que Venegas fue encarcelado por sugerencia del gobierno de Cristina Fernández.
Y que los mentores de la operación no calibraron el peso de la reacción que provocaría su arresto.
No previeron que podía generar semejante movilización política.
Y tampoco imaginaron la contundente defensa pública que hizo de su colega el líder de la CGT , Hugo Moyano.
“Después de esto, el gobierno va a tener que abandonar a (el juez Norberto) Oyarbide como instrumento de presión.
Si la misma mente afiebrada que fue contra el ‘Momo’ pensó que el día de mañana podía meter preso a (Mauricio) Macri o a mí, ya se debe estar arrepintiendo de la macana que se mandó” dijo el ex presidente, ante amigos, este fin de semana.
Oyarbide mantiene imputado a Macri como integrante de una asociación ilícita que practicaba espionaje contra empresarios y políticos.
Y en la mente de algunos ultraK la idea de que el jefe de Gobierno de la Ciudad fuera apresado en el medio de la campaña electoral, nunca había sido descartada.
Duhalde cree que el hombre que planeó la detención de Venegas fue el secretario Legal y Técnico de la Presidencia , Carlos Zannini.
Poco se habla de este peligroso personaje.
El "chino" Zannini... constante proveedor de ideología para el Presidente y su gestión.
Cerebro de todas las perradas legales que llevó adelante este gobierno.
Con un Parlamento obsecuente, sí era posible el paso sus "enjuagues"...
Ya no es lo mismo...
Y que Julián Alvarez, secretario de Justicia y miembro de La Cámpora , sólo hizo los deberes que le pidió el ideólogo de Cristina al hablar de éste y otros asuntos con Oyarbide, un par de semanas atrás.
No tiene pruebas, pero supone que Zannini y un periodista que cada vez estaría influyendo más en la Presidenta , fueron los que armaron, por un lado, la jugada contra Venegas, y por el otro, la idea de lastimar a Daniel Scioli con la candidatura de Martín Sabatella.
“Son operaciones típicas de gente muy ideologizada y radicalizada, que siempre estuvo en los márgenes del movimiento, pero que no lo conoce al peronismo en profundidad”, analizaron cerca del ex presidente.
Duhalde también considera que el affaire le dio más visibilidad como víctima de las operaciones kirchneristas y que, tarde o temprano, esta percepción le va a ayudar en las encuestas de los próximos días.
También supone que, de manera indirecta, el desbarajuste favoreció a Moyano, porque ahora el gobierno sabe que, en las actuales condiciones políticas, amenazar o esperar el encarcelamiento del camionero sería un delirio.
En el medio de semejante caldo político, se debe decir de inmediato que la investigación sobre Venegas no es un invento.
Que el juez tiene evidencias y escuchas que prueban que el secretario general de la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) usó dinero de las obras sociales para fines que no eran los originales.
Que encontraron troqueles falsificados y que los utilizaron para cobrar los reembolsos de las "carpetas APE" y que a un afiliado de la obra social le habrían entregado un medicamento contra el SIDA que había sido adulterado.
El problema es que la espectacular detención de Venegas y la diferencia de tratamiento frente a Héctor Capaccioli, el otro procesado por delitos parecidos, pusieron a Oyarbide en situación de cero credibilidad.
Además se debe advertir lo que dentro y fuera del gobierno es un secreto a voces: no solo Duhalde y Scioli están preocupados por la creciente influencia de Zannini y algunos jóvenes de La Cámpora sobre algunas decisiones cruciales de la Presidenta.
La alarma ante lo que consideran una "radicalización ideológica e infantil" de la jefa de Estado también suena en despachos de ministros como Julio De Vido y de gobernadores que no quieren poner en riesgo su continuidad en el poder.
Luis Majul
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