martes, 22 de junio de 2010

LA INSOPORTABLE VIGENCIA DEL VERBO IRREGULAR, “APRETAR”

“Yo aprieto, tú aprietas, el aprieta”…¿sabe conjugarlo, verdad?.

El gobierno “aprieta” a hombres de la producción, a través de Moreno y compañía; los barrabravas “aprietan” a los dirigentes de fútbol; los piqueteros le “aprietan” a Ud., convirtiendo su vida en un calvario y Ud. vive con las bolas “apretadas” entre las piernas para evitar le suban hasta la garganta.

Antes, el verbo que imperaba era “hacer”, todo aquello que fuera positivo., ¿se acuerda o es demasiado joven?.

Y del verbo y del “apriete”, ya se ha hecho una cultura en nuestro país.

¡Le digo más!; ¿se acuerda que antes pasaba el lechero por la puerta de su casa?...ahora y cuando menos por “mi barrio”, pasa un tipo que se dedica a “apretar” granitos y “puntos negros”…Ud. lo único que tiene que hacer, es “dejarse apretar” los granitos o los puntos negros.

Para otro tipo de “apretadas” y por las noches, suelen pasar unas señoritas o señores con todas las características de éstas.

Todo esto, obviamente no quita el que Ud., como soberbio pelotudo, se “apriete” o le “apriete” a un semejante, los dedos con la puerta de calle o la del coche.

Pero quizá lo más frecuente, sea que a uno “lo aprieten” en la calle y deba llamarse dichoso en caso de haber salido con vida; esa vida que se ha convertido apenas en “una bolilla” más de los millones de bolillas que dan vueltas dentro del bolillero criminal que a diferencia de los otros, no se detiene.

¿Qué le parece?...¿cómo se siente?.

Le pregunté cómo se siente y no “como se sienta”; descuento que más de una vez se “apretó” las pelotas contra la tabla de alguna silla.

Antes era frecuente que a uno lo vieran “apretando” a una minita.

Ahora es mucho más frecuente que una minita trate de “apretarle” a uno, habida cuenta de esa empecinada obsesión por parte de la mujer, de igualar al hombre, o para mejor decir, “ocupar lugares que únicamente estaban reservados a él”.

¿Lástima, no?.

Por otra parte, convengamos en que uno, cada día que pasa, viaja más “apretado”, ya sea porque le falta el mango, o la deplorable prestación de algunos transportes públicos de pasajeros, léase Subtes y trenes.

La consigna es entonces “apretar” los dientes como quien muerde bronca, y también “apretar” las nalgas “por lo que puta pudiera”.

Y ahora lo dejo; he procurado hacer una síntesis más que “apretada” como para no desentonar. Permítame entonces, “apretarle” en un cálido abrazo.

Ricardo Jorge Pareja

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