Quiero imaginar que un mínimo grado de sensatez, conserva, señora.
El Néstor y Ud., han dispuesto ya de seis largos años de poder absoluto; el más absoluto que se recuerde, cuando menos a través del largo devenir del siglo XX.
Hablar del presente, es hablar de un XXI, que en estos primeros pasos, prácticamente les pertenece.
Y hablando de “primeros pasos”, no puedo evitar me venga a la memoria, la figura de Don Fernando De La Rúa.
Don Fernando de la Rúa, accedió a la primera magistratura del país, no siendo justamente un bebé de pecho en materia de política; sí en cambio, un bebé de “Chupete”, y así le fue.
La Argentina y los argentinos por sobre todo, necesitamos que el candidato dispuesto a gobernarnos, tenga una importante cuota de picardía, astucia, viveza, hasta una pequeña pizca de maldad le diría y por sobre todo, carisma, sin que ello implique necesariamente el que sea un mal inspirado o un mal nacido.
Don Fernando, adoleció y adolece de todo…así le fue.
Y don Fernando, era, es y será un tipo austero, claro está, sin llegar a la estatura moral de don Arturo Illia, por citar un ejemplo entre uno.
El Chacho y sus secuaces -los del Chacho y no los suyos, señora-, se encargaron de lo demás…lo demás era justamente don Fernando de la Rúa y millones de argentinos, tanto o más cándidos que él.
Seguramente y a esta altura, Ud se estará preguntando, a qué viene tanta perorata introductoria.
Se lo explico, señora. Modestamente, creo que la cosa no da para más …ni para menos y entonces, creo que ha llegado la hora de hacer las valijas y buscar por sobre todo, una salida medianamente decorosa, salvo la inspire a Ud., una idea que por lo perversa, siquiera me animo a mencionar.
Las salidas decorosas son dos: la primera, y de ahí la introducción, se tome el raje en helicóptero, antes que debamos lamentar otro “diciembre negro”.
Ud cuenta con la ventaja que no contaba don Fernando.
Ud., señora, viaja permanente y constantemente en helicóptero y entonces, mal puede llamarnos la atención que el mismo, -hablo del helicóptero- despegue raudamente desde la terraza y helipuerto de la Rosada.
Un viaje más pero esta vez sin retorno, circunstancia solo reservada a Ud.
Y no me olvido de su esposo, señora, “tranqui”.
Lo atinado indicaría que su esposo le aguardara en Olivos o ya para entonces, se haya tomado “el olivo”.
Piénselo.
Es buena y los argentinos no somos rencorosos por naturaleza; simplemente copiamos algunas actitudes, y si no me cree, la invito a caminar las calles del microcentro, Recoleta y Villa 31, donde podrá y sin dificultad, advertir la presencia de más de un “forajido”.
No caiga, por favor, en la vulgaridad de suponer que todos piensan y sienten como Ud
De ser así, ni el loro propiedad de mi vecino, hubiera quedado en pié.
La segunda, es más trajinada, pero hasta encomiable y redituable
¿Le gusta lo de redituable, señora? Y la segunda es nada más y nada menos que… ¡tatán- tatán!... el JUICIO POLÍTICO, señora; el mismo al que aludí ayer a regañadientes, producto de una simple calentura.
Es simple, fíjese; ayer, miércoles 3 de marzo del 2010, Ud., se ha quedado sin mayoría en el Congreso.
Ya sabía que Ud. lo sabía, señora, pero convenga conmigo en que “no lo asumía”.
Y contra lo que Ud. supone, señora, esto le viene de perillas.
Ud., líder del Peronismo Montonero que Perón echó a patadas en el culo de la Plaza de Mayo, convertida en víctima de la OPOSICIÓN VIRULENTA Y DESCARADA.
¿Cómo le suena, señora?
Le cuento que en su lugar, yo mismo propiciaría mi propio juicio político… ya le dije, mastico vidrio pero cuando me empiezan a sangrar las encías, lo escupo.
Soy boludo pero sin título, si prefiere.
Hablando de títulos, señora,
¿encontró finalmente su título de abogada?
Si, tiene razón… eso ya poco y nada interesa.
Como ve, le he dejado dos pelotas picando y que no son las mías que ya me “arrastran”.
Está en Ud. el decidir a cuál de ellas le va a aplicar el puntapié final.
Opte por la que opte, va a ser un verdadero golazo; se lo aseguro… un golazo que festejaremos casi todos los argentinos, señora.
Hoy, día jueves 4 de marzo del 2010 y siendo casi las 12 del mediodía, y cuanto estoy a punto de finalizar la redacción de ésta misiva, observo de reojo el televisor.
Un tipo al que no reconozco está hablando y debajo, un cartel con fondo en rojo, dice: “en instantes habla Cristina Kirchner”.
Apago el televisor y pulso el “enviar”.
No voy a correr el innecesario riesgo de volver a enroscarme.
Ricardo Jorge Pareja
No hay comentarios:
Publicar un comentario