martes, 15 de mayo de 2012


VOLAR ¿VOLAR?
“Miedo a volar” Erika Jong (1973)

¡Qué pena tener alas y no poder volar! 

¡Qué pena tener una empresa de aviación que no tiene, ni tuvo, ni tendrá aviones! 

¡Qué pena!

¡Qué caro! 

Y sin aviones, salvo que se haya nacido pájaro, es difícil volar. 

Se puede intentar con un ala delta, pero es demasiado peligroso. 

No se recomienda.

Argentina es un país realmente curioso y excepcional. 

Este último adjetivo se puede usar en el sentido de: excepcionalmente maravilloso, o en el de: excepcionalmente inviable. 

Usted elige, la definición es toda suya.

Un poco de historia. 

Argentina tiene en su haber, la mala costumbre de no tener memoria. 

Por el decreto 1238/03, del 21/5/2003, se resuelve la creación de LAFSA, Líneas Aéreas Federales Sociedad Anónima.

En agosto 2003, el entonces presidente Néstor Kirchner, acompañado por el ministro de planificación, Julio De Vido, el ministro del interior, Aníbal Fernández y el secretario de transporte, Ricardo Jaime, desde el aeroparque Jorge Newbery,  formalmente, inaugura una “aéreo línea virtual”.

LAFSA nace para que los más de 800 ex empleados de Dinar y Lapa, no se queden sin trabajo. 

Se los emplea. 

Siendo una Sociedad Anónima, el 40% de las acciones le corresponden al ministerio de economía y producción, otro 40% al ministerio de planificación y el 20% restante a la firma estatal de rampas inter cargos.

Una vez funcionando, LAFSA iba a ser privatizada. 

La idea era que LAFSA fuera operada por Southern Wings, exitosa empresa de aviación, argentina y privada. 

Algo salió mal. 

En 2005, Southern Wings tuvo un pequeño contratiempo con 60kgs de cocaína, repartidos en 4 valijas, abandonadas en la cinta sinfín del aeropuerto de Barajas, España. 

¡Argentina tiene un karma con las valijas! 

Desde la de Amira Yoma, hasta la de Antonini Wilson.
Entonces se trató de cerrar un acuerdo con LAN Chile, se le permitirían rutas si incorporaban a su planta, empleados de LAFSA. 

Sucedió. 

Pero mientras tanto, LAFSA nunca tuvo aviones, ni un solo avión. 

LAFSA nunca tuvo rutas aéreas, ni una sola. LAFSA nunca tuvo un plan para operar.

Pero LAFSA le costó a la Argentina en el 2004, $459.664 con 37cts, en uniformes de pilotos, jefes de cabina y aeromozas, que nunca volaron. 

También en 2004, LAFSA le costó al país $373.750 en cursos de capacitación para personas que nunca hicieron uso, de lo que se supone, aprendieron.

En 2006, 3 años después de haber sido creada, ya llevaba gastados US$40.639.646 con 39ctvs. 

¿En qué? 

Vaya sumando: el alquiler de dos pisos en Ramos Mejía y Libertador, para ver mejor la Torre de los Ingleses, un lugar particularmente caro; 5 gerentes con sueldos de bolsillo de más de $10.000; 99 empleados en las oficinas, y más, mucho más. Para no volar.

Finalmente, el 16/12/2009, la presidente firmó el decreto de liquidación de la empresa fantasma. 

Fijó un plazo de 6 meses para el cierre definitivo de LAFSA. 

Luego de 30 meses y después de sumar innumerables denuncias por irregularidades, aparece en el Boletín Oficial 10/5/2012, resolución 154/12, firmada por el ministro de economía Hernán Lorenzino, la decisión de liquidar, esta vez en serio,  LAFSA.

Explica Lorenzino: 

“Es necesario proveer lo conducente al desenvolvimiento operativo del ente en liquidación, considerando el Plan de Acción y Presupuesto para el Ejercicio 2012 del mismo.” “LAFSA no cuenta con los fondos suficientes para afrontar los gastos que correspondan hasta la finalización de su proceso *liquidatorio, resultando necesario solicitar recursos al Tesoro Nacional para tal fin.”

Y en el artículo 2, dice: “Estimase en la suma $0  los ingresos de operación y fíjanse en la suma de $2.500.636  los gastos de operación, y como consecuencia de ello, apruébase el Resultado Operativo (pérdida de operación) estimado en $2.500.636.” 

Se lo traduzco:

para cerrar la siempre inoperante LAFSA, nos sacan a los contribuyentes $2.500.636 más.

Dentro de los múltiples disparates que cultiva exitosamente y con perseverancia digna de elogio, nuestra Argentina, LAFSA probablemente es la más kafkiana. 

Y nos referimos a un país, el nuestro, donde Kafka, el genial escritor checo, sería un simple movilero de un canal de cable de TV.

En nuestra curiosa y excepcional Argentina, no vuelan los aviones, pero si vuelan los millones. 

¿Se acuerda cuando en la escuela le enseñaban que el orden de los factores no alteraba el producto? 

LAFSA y FALSA, se escriben igual. 

Toda una definición. 

 Carísima, demencial y triste. 

Muy triste.

P.D.: *“Liquidatorio”, palabra que no existe en español, es un error del  Boletín Oficial, o del que redactó la resolución 154/2012 del ministerio de economía de la nación.

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